viernes, 11 de enero de 2013

NAVIDAD EN FAMILIA. EL PRADO DE LAS MERINAS EN CALERUEGA COMO ESCENARIO PERFECTO.


Las fiestas de Navidad han acabado hace unos días, pero la Navidad es un estado de ánimo y a mi me cuesta muuucho salir de dicho estado. Porque disfruto, porque me gusta pasar días enteros con mi gente, porque veo la ilusión en los ojillos de mi peque y los días son largos y agotadores, pero muy enriquecedores.
El hotel Prado de las Merinas, desde su jardín.
   
Me apetecía hacer mención al lugar donde hemos pasado con tooooda mi familia la Nochebuena y la Navidad, porque ¡ha sido una gozada! Este año, como viene siendo costumbre desde hace ya unos cuantos, hemos pasado unos días en una casita rural. Como ya comentaba en otro post, vivimos en diferentes sitios y cada dos años nos juntamos en Nochebuena y Navidad para disfrutar de estar en familia, sin la necesidad de preocuparnos de nada más que de eso, de disfrutar los unos con los otros.
Jardín del hotel.

Este año, además de encontrar un hotel que ha cumplido con todas nuestras expectativas, hemos dado con dos personas estupendas que han hecho que la Navidad haya sido un poquito más mágica para todos nosotros.

Antes de que llegara el verano, ya estaba buscando el alojamiento perfecto para acogernos a todos porque no es fácil encontrar un lugar que pueda hospedar en esas fechas a treinta personas con edades que van desde los tres hasta los ochenta y tantos años. En cuanto hablé con Helena, supe que no encontraría otro mejor. El Prado de las Merinas en Caleruega se definía como el mejor destino para la Navidad de 2012. Poco tiempo después de hablar con ella, recibí un mail con un presupuesto detallado (muy ajustado, la verdad, imprescindible para los tiempos que corren), del cual nos encandiló principalmente un comentario: "llegada de Papá Noel con regalos para todos", ¿de verdad?, ¿se nos presentaría Papá Noel durante la noche para dejarnos algún detallito?

Reservamos con mucha antelación pero antes de que nos diéramos cuenta y tres o cuatro mails después, con el fin de coordinar la logística propia de un evento como el que iba a acontecer, ya estábamos allí. Besos por aquí, por allá, gritos por doquier, porque no nos caracterizamos por ser una familia inexpresiva y silenciosa y ya está, asentados casi sin darnos cuenta en Prado de las Merinas.

Hotel visto desde el punto más alto de Caleruega.


Las habitaciones son espaciosas y cómodas, algo que se agradece principalmente cuando viajas con peques. El salón para reunirnos frente a la chimenea y el árbol de Navidad acogedor al máximo. Y centrándonos en una de las cosas más importantes de cualquier fiesta de Navidad que se precie, la buena mesa, pues eso, buena, buena, buenísima. Una gozada disfrutar de los platos que nos preparó René con tanto esmero y dedicación.

El pueblo es precioso. Nosotros aprovechamos para dar largos paseos y comprar dulces en el Monasterio Dominico del municipio. Además, tuvimos la suerte de disfrutar de una de las bodegas excavadas en  la ladera de una montaña y tomar un aperitivo digno de montañeros. Porque, aunque el paseo no fue ni muy largo ni la ladera de la montaña muy escarpada, al llegar a la bodega y empaparnos del olor del buen vino y la lumbre preparada para preparar manjares exquisitos, pues la verdad que se nos abrió el apetito como si hubiéramos conseguido subir al Everest. Gracias Juan y Begoña ¡por todo!
De paseo.


En la bodega.

Sin embargo, si me tengo que quedar con una sola cosa, sin duda me quedo con Helena y con René, por hacer que la magia llenara cada uno de los rincones de su precioso hotel. Nunca antes nos habían dejado un arbolito de Navidad, a cada uno de nosotros, con el menú de Nochebuena impreso. Ni habían tenido la precaución de dejarnos unos baberos tamaño XXL con el fin de que nuestras galas navideñas no terminaran llenas de manchurrones y lamparones, ¡parece que nos conocían!

Sin embargo, el momento mágico se produjo cuando una simpatiquísima ayudante de Papá Noel nos visitó al finalizar la cena, tocando su campanita y acompañándonos al salón de la chimenea donde Papá Noel había dejado regalos para todos. Mi peque todavía grita de emoción cuando cuenta por enésima vez la historia de la ayudante de Papá Noel.
Mágica visita.

En fin, que se trata de un sitio genial para pasar unos días navideños o ¡cualquier otro día! Muchas gracias por todo, seguro que nos volvemos a ver pronto.


No hay comentarios:

Publicar un comentario