viernes, 5 de octubre de 2012

LA COCINA DE DARÍO BARRIO EN KITCHEN CLUB

El pasado martes, 2 de octubre, el plan se nos presentaba nuevo y diferente. Asistimos a un taller de cocina en Kitchen Club dirigido por Darío Barrio, cocinero y propietario del restaurante Dassa Bassa.
 
 
Antes de entrar, el ambiente que se aprecia desde la calle es ya apetecible. Se ve una cocina al fondo y cerca de la puerta de entrada una mesa preparada para una cena "entre amigos". Los primeros sentimientos que descubro son los mismos que cuando quedo con mi familia para una cena o una comida en "la Sociedad" y es que en el pueblo de mis padres (Tolosa, Guipúzcoa), ir a "la Sociedad" supone un rato agradable en familia o entre amigos donde disfrutar de un buen pescado, un buen chuletón, unos chipirones como los que hace mi tía Maribel, que no tienen desperdicio y un pastel vasco de postre (lo demás puede ser prescindible, pero el momento del pastel vasco, ¡no lo perdono!).
 
 Y es que el espíritu de Kitchen Club es muy parecido al de una Sociedad Gastronómica o, por lo menos, es lo que yo percibo en un primer momento. Bien es cierto que a "la Sociedad" no se va expresamente a recibir un curso de cocina, aunque no tardo en descubrir que a Kitchen Club tampoco se va exclusivamente a recibir un curso de cocina.
 
Dentro de Kitchen Club el ambiente es aun mejor que lo que se percibe desde fuera. Darío está limpiando unos chipirones (¿Coincidencia? ¿O no?), hablando fluidamente con un chico, que ya se encuentra manos a la obra y se esmera en limpiar los chipirones sin dejar que la conversación se apague en intensidad. Pronto descubrimos que se trata de otro alumno y sin que nos demos cuenta tenemos puestos nuestros delantales y tenemos asignada una tarea, mientras nos presentamos brevemente.

 
 
El tiempo discurre deprisa entre breves apuntes de cocina, zanahorias, chistes, perdices, risas, explicaciones sobre el escabeche, etc. Se puede aprender de cocina (y mucho) sin dejar de disfrutar y de pasar un rato agradable. Carlos Pascal, encargado en Kitchen Club es el gran responsable de que todo cuaje, de que vaya sobre ruedas, de que la velada transcurra como debe, sin perder ni un detalle. El vino, chileno como Carlos y buenísimo por cierto, nos acompaña durante el rato en el que estamos cocinando y nuestra copas se van vaciando a la vez que los intensos olores de los alimentos que están al fuego  llenan el ambiente.
 
Se termina el curso y como no puede ser de otra manera, nos sentamos a la mesa a disfrutar de aquello que hemos cocinado juntos. No nos conocíamos de nada hace tan solo tres horas, pero apetece compartir mesa con gente tan dispar a la que el gusto por la buena mesa ha unido. Siguen las risas, la amena conversación y las grandes lecciones de cocina (probaremos de nuevo a hacer la salsa holandesa, ya os contaremos).

 
 
Estupenda velada que deja un gran sabor de boca.
 
Os animamos a que conozcáis Kitchen Club y disfrutéis tanto como nosotros.
 
Un saludo,

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